4.- La Ilustración.

El cambio de siglo, la llegada del Borbón Felipe V, el fin de la Guerra de Sucesión y el lento arraigo de la ideología ilustrada supuso un lento proceso de crecimiento. La población se incrementa aunque aún está atrapada en la cerca antigua, lo cual no quita para que se desarrollen barrios periféricos, como la zona de San Andrés o el camino de Zaratán. Al amparo de este desarrollo en la orilla del río que nos ocupa se va incrementando la población agrícola. El crecimiento también se observa hacia el Norte, a lo largo de los caminos de Cigales y de los Mártires, rodeando el convento de La Victoria.

Continuaron algunas de las reformas urbanísticas iniciadas en el siglo anterior, al amparo del nuevo auge económico. Se mejoró el abastecimiento de aguas procedentes de la Fuente del Sol, se mejoraron los caminos de Zaratán y Villanuela y se canalizaron las aguas que descendían de la cuesta de la Ma-ruquesa. Se numeran los portales en toda la ciudad y se hacen nuevos plan-tíos en la Prado de San Sebastián, al amparo de las nuevas Sociedades Económicas de Amigos del País.

En el aspecto artístico, el espacio físico que nos ocupa fue testigo de dos hechos de signo distinto. En 1722 los Mínimos de San Francisco de Paula levantaron, tras derribar el antiguo en 1717, un nuevo monasterio, obra en la que intervino, como ya se dijo, D. Matías Machuca. También repararon las tapias que cercan la huerta y la viña del monasterio y levantan un lagar en el camino de Fuensaldaña.

En contraste, las ermitas de San Lázaro y de Nuestra Señora del Camino, en el camino del Prado, fueron derribadas por su mal estado y por el deseo de lograr espacios amplios para el paseo. Estas ermitas habían sido atendidas por cofradías, pero en el siglo XVIII la decadencia de estas instituciones corre pareja a la de los edificios.

Se salvó la ermita de San roque en el Puente Mayor gracias a la devoción de los vecinos de San Nicolás.

Como no podía ser menos, en esta centuria el Pisuerga y el Esgueva volvieron a jugar una mala pasada a la ciudad, devastándola en gran parte en 1788 y el puente volvió a ser restaurado en múltiples ocasiones.

A pesar de todos los cambios, en su aspecto urbano Valladolid seguía siendo una ciudad de conventos, así en 1800 convivían en nuestra ciudad 46 conventos y monasterios, aunque los asentados en la zona que nos ocupa eran pequeños: 12 monjas en San Bartolomé y 15 religiosos en el de la Victoria.

Volver a Índice de Historia